viernes, 29 de abril de 2016

Camino a la escuela


Camino a la escuela.  Para ver en familia y reflexionar.  Foro de discusión abierto para toda la familia, todos los grados.





Documental de la TV francesa, muestra como en 4 lugares diferentes del mundo los niños y niñas viven diversas experiencias para asistir a sus escuelas y colegios, demostrando el valor que tiene la educación para ellos. Es un video para reflexionar. 




Y Tu como aprovechas las oportunidades académicas que tu entorno te ofrece.  Comparte tus reflexiones a través de la ventana: publicar comentario que encuentras en al final del blog

CHERNÓBIL

CHERNÓBIL, EL LABORATORIO DEL FIN DEL MUNDO
Los alrededores de la central nuclear se convirtieron hace 30 años en un banco de pruebas sobre los peligros de la radiación para las personas y la naturaleza
Hoy en día, la ciencia no ha decidido hasta dónde llegan los daños. La vida salvaje es allí es mucho más exuberante que en zonas no contaminadas y solo hay consenso sobre las enormes consecuencias sociales y económicas que tuvo el accidente


Un grupo de lobos es fotografiado en la zona de exclusión de Chernóbil, en 2014. Según algunos investigadores, la abundancia de vida salvaje es similar a la de parques naturales como el de Yellowstone 
El 25 de abril de 1986, a la 23.04 de la noche, hora local, el reactor 4 de la central nuclear de Chernóbil quedó fuera de control. Los técnicos del turno de noche trataron de contener la liberación de energía en el núcleo, donde el uranio estaba alimentando millones de reacciones en cadena, pero algunos fallos de diseño y algunos errores de los operarios lo impidieron. Cuando a las 23.40 se ordenó la parada de emergencia del reactor 4, ya no había nada que hacer. El núcleo no respondía a las contramedidas de los operarios y estaba tan caliente, que tenía una potencia 100 veces superior a la de los límites máximos de seguridad. Finalmente, a la 01.24 de la madrugada, se produjo una potente explosión de vapor que hizo saltar por los aires el escudo que protegía el reactor, a pesar de que alcanzaba las 2.000 toneladas. Desde aquel momento, se desató un infierno nuclear y la central de Chernóbil se convirtió en un auténtico ventilador capaz de dispersar material radiactivo en todas direcciones, como si se tratara de una bomba sucia.

 La explosión elevó el combustible nuclear, y los subproductos de las reacciones, hasta una altura de 1.200 metros. Los alrededores de la central fueron bombardeados por una rociada extremadamente nociva de polvo radiactivo, partículas finas (aerosoles) y gases. En las alturas la situación se complicó aún más. Los incendios que se produjeron en la central, y que duraron hasta el 5 de mayo, se aliaron con el viento y formaron una gigantesca pluma de aire contaminado que barrió la mayoría de los países de Europa. Según datos del UNSCEAR, en 10 días se liberó una cantidad de radiación 30.000 veces superior a la que soltaban cada año todas las centrales nucleares del mundo en ese año.
Las primeras víctimas: los bomberos
Los operarios y los bomberos trataron de impedirlo. Cerca de 600 personas lucharon para combatir los incendios, y quedaron expuestos así a unas dosis de radiación desorbitadas. Dos personas murieron inmediatamente, a causa de la explosión, y otras 28 murieron en los cuatro meses siguientes, a causa del síndrome de irradiación aguda. Los afectados sufrían náuseas, vómitos y diarrea, además de pérdida de leucocitos y de daños en la médula ósea que les dificultaban producir glóbulos rojos. La viuda de uno de los bomberos, decía en «Voces de Chernóbil», escrito por la premio Nobel de Literatura Svetlana Alexievich, que su marido «empezó a cambiar: cada día veía a una persona completamente distinta Las quemaduras fueron aflorando, en la boca, la lengua, las mejillas. Al principio eran pequeñas heridas, pero luego se hicieron más grandes. Empezaron a caerse por capas, como una película blancuzca. (...) Cuando lo agarraba para levantarlo, se me quedaban trozos de su piel en las manos...». Al menos otras 134 personas sufrieron este síndrome, pero lograron sobrevivir. Eso sí, con la huella de la radiación en forma de quemaduras en la piel y cataratas en los ojos.



En el reactor 4, el calor era tan intenso que el combustible nuclear se fundió y derritió el armazón de hormigón que protegía la parte inferior. Como resultado de las reacciones, se formó una especie de lava volcánica extremadamente radiactiva que seguía liberando material contaminado. Las autoridades soviéticas trataron de enterrar el núcleo, vertiendo 5.000 toneladas de arena, grava y arcilla con la ayuda de helicópteros, pero con ello también aislaron el corazón ardiente de la central y ralentizaron su enfriamiento.
El 27 de abril, cuando el reactor aún estaba ardiendo y estaba abierto al exterior, la pluma radiactiva soltaba su carga mortal sobre Alemania Oriental. El 30 de abril llegaba al norte de Italia, y el 5 de mayo, los vientos provenientes del Sur llevaban el aire contaminado hasta Gran Bretaña, esquivando así a España y a Portugal. Pero, a medida que pasaban los días, los incendios y la actividad del núcleo del reactor 4 seguían elevando ingentes cantidades de material radiactivo hasta la atmósfera, con lo que el viento pudo seguir formando plumas contaminadas que dispersaron el material aún más.
Dentro de estas nubes, había un cóctel de muchas partículas radiactivas distintas, cada una de ellas con unas propiedades concretas y distinto poder tóxico. Todas ellas se caracterizaban por tener una vida media determinada, un parámetro que mide el tiempo que una partícula radiactiva tarda en degradarse como parte de su proceso natural de descomposición. Así, había partículas que se degradaban y dejaban de ser peligrosas en cuestión de segundos, pero había otras capaces de aguantar décadas. Entre las más duraderas, había isótopos (átomos que se diferencian en el número de neutrones de sus núcleos) de Cesio (el isótopo 137), de Estroncio (el 90), de Iridio (el 131) y de Plutonio (los 239 y 240).
Se extiende la plaga radiactiva
Todas estas partículas que fueron arrastradas por el viento llegaron al suelo en algún momento. Se depositaron sobre las hojas de las plantas, en los edificios y en los vehículos, y en otras ocasiones descendieron junto a la lluvia, que las sumergió en el suelo, donde las raíces, los microorganismos y los animales entraron en contacto con ellas. La parte más peligrosa quedó en los alrededores de Chernóbil, donde las partículas más pesadas, grandes y dañinas, quedaron desperdigadas en lo que hoy en día es una zona de exclusión de 30 kilómetros. Más allá de esta zona, Ucrania, Bielorrusia y Rusia sufrieron la acumulación de depósitos altamente activos. En total, una región de más de 150.000 kilómetros cuadrados, en la que vivían 5 millones de personas, quedó contaminada.
Cementerio de vehículos usados en las tareas de descontaminación de la central nuclear de Chernóbil- AFP
Pero no todas las zonas eran igual de peligrosas. Cuando la lluvia cayó sobre el polvo seco, aumentó la radiactividad de los residuos en unas 10 veces, por lo que las zonas más húmedas, como las montañosas, sufrieron más los efectos de la radiactividad. En los bosques, los árboles capturaron el polvo radiactivo, y los depósitos contaminados se hicieron allí más peligrosos que en zonas abiertas. En el agua dulce, como en el río Prípiat, un afluente del río Dniéper, y a su vez el río que suministraba a los tres millones de habitantes de Kiev, las partículas decantaron con el paso de las semanas, y quedaron atrapadas en los sedimentos del fondo.
Para tratar de contrarrestar la contaminación, las autoridades enviaron a 600.000 liquidadores, militares y civiles encargados de limpiar el reactor y los alrededores. Además, se evacuó a unas 116.000 personas solo en 1986, a las que se sumarían otras 230.000 en años sucesivos. Solo en Ucrania se sacrificaron a cerca de 14.000 cabezas de ganado posiblemente contaminado y se prohibió el consumo de agua del Dniéper en Kiev, pero la población rural no dejó de consumir verduras ni leche contaminada.
El bosque rojo: una arboleda de pinos muertos
De acuerdo con el informe de 2007 de la UNSCEAR, en los primeros veinte días tras el accidente, murió un número desconocido de ejemplares de las especies más sensibles a la radiación: mamíferos, aves, árboles, anfibios, reptiles, crustáceos e insectos. Los niveles de radiación en aquel momento en las cercanías de la central nuclear eran capaces de dañar el ADN y las proteínas de las células, produciendo mutaciones, enfermedades y, en ocasiones, la muerte.
Fue en este momento, cuando partículas muy radiactivas (con alto poder específico) procedentes de la central hicieron un daño masivo en la zona del «bosque rojo», donde los pinos murieron apenas tres semanas después del accidente, en una zona de cuatro o cinco kilómetros cuadrados. Fueron precisamente las agujas muertas de los pinos, que adquirían un tono rojizo, las que le dieron nombre al bosque. También se registraron daños menores en una zona de 120 kilómetros cuadrados.


Los pequeños invertebrados del suelo sufrieron daños muy graves, sobre todo porque los huevos y las larvas murieron, puesto que la contaminación coincidió con la etapa de reproducción tras el invierno. También aparecieron malformaciones. La presencia de invertebrados entre los 3 y los 7 kilómetros de distancia a la central se redujo en 30 veces. De hecho, se registraron drásticas caídas en la población de libélulas, abejas y mariposas. No fue hasta 1995 cuando estos animales comenzaron a recuperarse.
Curiosamente, no se documentó la presencia de mamíferos ni aves muertas inmediatamente después del accidente. Algunos investigadores documentaron después un aumento de la infertilidad de las golondrinas y la aparición de mutaciones que en algunos casos provocaron que desarrollaran picos deformes. Cerca de esta región, también se documentó la aparición de plantas mutantes de trigo. Por otro lado, entre 1989 y 1992 se descubrieron mutaciones en los sistemas reproductivos de los peces, que provocaron un aumento de la esterilidad en las carpas en el lago de refrigeración de Chernóbil, así como un incremento de aberraciones en células reproductivas de los peces, en el lago Blubokoye.
La radiactividad se hace crónica
Entre el verano y el otoño de 1986, las partículas radiactivas más inestables fueron degradándose, y fueron las más duraderas las que comenzaron a integrarse en el medio ambiente, ya que fueron transportadas a través de procesos físicos, químicos y biológicos: por ejemplo, las plantas absorbieron las partículas del aire y del suelo y las acumularon en su interior, desde donde luego también pudieron pasar a los herbívoros, y desde allí a los que se alimentaban de estos. Entre otras cosas, se descubrió un descenso de la población de pequeños mamíferos, y la presencia de casos de cáncer de tiroides en caballos y en vacas.
Un año después del accidente, los niveles de radiactividad bajaron y pasaron a depender sobre todo de una partícula muy estable, el isótopo 137 de Cesio, (cuya vida media está cerca de los 30 años). La mayor parte de estas partículas estaba acumulada en el primer centímetro del suelo o en los sedimentos presentes bajo las masas de agua dulce.


Imagen del bosque rojo, tomada en 2009. En el primer centímetro de suelo se concentran partículas del isótopo radiactivo 137 del Cesio
Para el año 1988, la zona del bosque rojo estaba siendo colonizada por hierbas, arbustos y árboles más tolerantes a la radiactividad. Ya en el 1991 los pinos comenzaron a crecer, aunque en su interior se siguieron encontrando huellas de daños por lo menos hasta 1995.
Comida radiactiva
En las primeras semanas tras el accidente, el isótopo 131 del Iridio se convirtió en el principal contaminante radiactivo para las personas de Bielorrusia, Rusia y Ucrania. En un principio no se alertó a los granjeros, y el consumo de leche contaminada con este isótopo se tradujo en un incremento del número de casos de cáncer de tiroides, según la UNSCEAR. Se cree que este efecto sobre todo afectó a las pequeñas granjas, porque en las colectivas las prácticas agrícolas que había dificultaron el proceso de la contaminación.
Tiempo después, las setas y las moras de los bosques, así como los peces de los ríos y los lagos, se convirtieron en una importante fuente del isótopo 137 del Cesio.
Llegan las víctimas humanas
Aunque la ciencia conoce bien los efectos de la intensa radiactividad que se liberó en Chernóbil sobre el medio ambiente, lo cierto es que los efectos sobre la salud de las personas aún no son del todo claros. Por ejemplo, algunos investigadores incluso dudan de que sea posible atribuir muertes al accidente, puesto que en el momento de lo ocurrido no se hicieron estudios capaces de analizar este hecho. En este sentido, algunos epidemiólogos han resaltado la enorme dificultad de asociar el cáncer al accidente de Chernóbil, puesto que esta enfermedad ya es la causa de la cuarta parte de las muertes en Europa y resulta difícil distinguir qué muertes se deben a una causa u a otra.
Otros estudios han informado de un aumento de las tasas de cáncer de mama y de enfermedades cardiovasculares, pero no han descartado que estos aumentos se hayan producido como consecuencia de la nutrición, del consumo de alcohol o del tabaquismo. Otros incluso han hablado del incremento de mutaciones genéticas en niños de padres afectados por el accidente, pero este tipo de efectos no se ha visto en niños de los supervivientes de los bombardeos atómicos sobre Japón, cuando en aquellos las dosis de radiación fueron superiores.

Uno de los puntos en los que sí existe consenso es en la aparición de cáncer de tiroides entre los niños que estuvieron expuestos a la radiación en 1986. De acuerdo con el informe de 2008 de la UNSCEAR, aparecieron 6.848 casos de cáncer de tiroides entre personas menores de 18 años en el momento del accidente, aunque otros estudios incrementan esta cifra. Entre todos estos, los informes de Naciones Unidas solo dan cuenta de 15 muertes asociadas al cáncer. Sin embargo, la organización ecologista Greenpeace, entre otras, denunció que las cifras de víctimas del accidente de Chernóbil eran muy superiores, y las situaban en torno a las 140.000 muertes en los 15 años posteriores a la explosión del reactor 4. Al mismo tiempo, la Organización Mundial de la Salud (OMS) alertó sobre el riesgo de que se produjeran 4.000 nuevas muertes en los próximos años a causa del cáncer.
El verdadero alcance de Chernóbil
La ausencia de estudios o de resultados concluyentes sobre el alcance de la catástrofe de Chernóbil no es prueba de que la fuga de los productos radiactivos no aumentaran la incidencia de cáncer u otras enfermedades, o de que produjera miles de muertes: es prueba de que los científicos no han llegado a un acuerdo ni han podido demostrar que así fuera. Tal como destacan algunos investigadores, en gran parte la controversia se debe a la complejidad de medir el alcance de los efectos perjudiciales a largo plazo en poblaciones expuestas a múltiples factores de riesgo, sin contar con las consideraciones políticas de partidarios y detractores de la energía nuclear.
«30 después del accidente vivimos con problemas graves de salud y seguimos comiendo productos contaminados», denunció a ABC Svitlana Shmagailo, una habitante de una aldea próxima a Chernóbil que vivió el accidente cuando tenía 12 años, y que fue invitada el pasado 20 de abril a España por Greenpeace para denunciar «el abandono de los supervivientes de Chernóbil». «No hay ayudas sociales del gobierno, ni para liquidadores, ni para inválidos ni para habitantes», se lamentó.
Maria Urupa , una de las personas residentes en la zona de exclusión, en el interior de su espartana casa- AFP
Lejos de la escasez de víctimas reconocidas oficialmente, la familia de Shmagailo parece representar un escenario distinto: «Mi primo y mi madre murieron de cáncer, mi hermano tiene cáncer. Mi madrina y mi hijo tienen enfermedades inumunologicas y mi hermana y yo tenemos problemas de tiroides».
Alcoholismo y depresiones
Junto a los daños sobre la salud que oficialmente produjo la catástrofe, y junto a aquellos que quizás estén escondidos en las estadísticas, la UNSCEAR ha destacado otro tipo de daño poco tangible: el psicológico. Este afectó tanto a 300.000 personas que fueron desplazadas como a las 270.000 que se quedaron viviendo en la zona contaminada.
El accidente, y la vida en una zona contaminada y deprimida económicamente, junto a la incertidumbre y la desesperanza, provocaron un aumento no mesurable de casos de depresión, ansiedad y cambios en el alcoholismo y en el tabaquismo, según la UNSCEAR. En este sentido, Svitlana Shmagailo explicó que junto a los problemas económicos, que impiden a muchas personas marcharse a otros lugares o dejar de consumir comida contaminada, hay familias con problemas de alcohol, divorcios y peleas.
Los lobos de Chernóbil
Lejos de todo problema humano, la zona de exclusión, a 30 kilómetros de la difunta central nuclear de Chernóbil, bulle de actividad. «Allí hemos tomado imágenes de tejones, lobos grises, mapaches, martas, comadrejas, zorros rojos, jabalíes, bisontes, ardillas rojas, ciervos...», explicó a través de correo elctrónico James Beasley, un investigador de la Universidad de Georgia (Estados Unidos), que dirige una investigación cofinanciada por la National Geographic Society para estudiar los efectos a largo plazo de la radiación sobre los lobos grises y otros mamíferos.
En este sentido, varios estudios científicos han sorprendido al mostrar la abundancia y el aparente buen estado de salud de los animales que viven en la zona de exclusión, que lleva 30 años libre de la presencia humana. Junto a los árboles creciendo en ciudades, las manadas de caballos y de lobos se extienden por allí como si se tratara de un peculiar edén post-radiactivo. «Una vez que entras en la zona no tienes que viajar más de unos kilómetros para darte cuenta de que hay poblaciones muy abundantes con muchas especies viviendo ahí. Allá donde mires hay huellas de vida salvaje. No es una sensación que haya tenido en ningún otro lugar, con la excepción de otras grandes reservas naturales como el Parque Nacional de Yellowstone», dijo Beasley.
Aunque aún no hay muchos estudios sobre el estado de salud real de estos animales, Beasley no ha encontrado evidencias de enfermedades o mutaciones. «Por lo que he visto, al menos en mamíferos, parece que los beneficios de la ausencia de personas superan a los perjuicios de la radiación. (...) Con esto no quiero decir que la radiación sea buena para la vida salvaje. Sino que, para muchas especies, los efectos de la actividad humana son peores que la radiación».
Bacterias mutantes
El biólogo español Mario Xavier Ruiz Gonzalez publicó un marzo de este año un artículo en la revista «Scientific reports» en el que presentaba a otro ser vivo que parece vivir mejor de lo previsto en Chernóbil: las bacterias. En concreto, encontraron a 20 tipos de bacterias que parecen haberse adaptado a vivir en ambientes sometidos a un nivel intermedio de radiación.
«Los efectos de la radiación sobre los seres vivos pueden quedar fácilmente enmascarados. La mayoría de las mutaciones que sufren no son letales y pueden permanecer escondidas. Además, las células (las bacterias incluidas) tienen sistemas de reparación para defenderse de estos errores imprevistos», explicó el investigador, para aclarar cómo pueden los seres vivos medrar en ambientes azotados por la radiación.
Entre otras cosas, se sabe que tanto plantas como microorganismos pueden favorecer la mutación de ciertos genes esenciales y relacionados con las condiciones desfavorables (estrés) que, en teoría, podrían dar lugar, con el paso de las generaciones, a plantas y bacterias más resistentes a la radiación. En relación con las bacterias resistentes, Ruiz González reconoció que el siguiente paso que querrían dar es buscar esos posibles mecanismos de defensa.
De catástrofe nuclear a reserva natural
Actualmente, viven en la zona de exclusión al menos 400 especies de vertebrados, 50 de ellas dentro de la lista roja europea de especies amenazadas. Allí se alimentan y viven raras especies como el águila de cola blanca o el águila moteada. Hay cientos de familias de castores y el caballo salvaje de Prezewalski, en peligro de extinción, ha logrado asentarse allí. Sin actividades como la caza, la agricultura, la construcción de carreteras o la tala de árboles, la naturaleza parece florecer con fuerza, incluso a pesar de la radiactividad.

El caballo de Przewalski, única subespecie salvaje de caballo que existe en la actualidad


«En los últimos años Chernóbil ha sido como un importante laboratorio en el que los científicos han podido entender cuáles son los efectos a largo plazo de la radiactividad», dijo James Beansley. Pero ha sido un banco de pruebas para mucho más que eso. La pérdida de vidas humanas y el sufrimiento que causó la explosión del reactor 4, y los efectos devastadores de la radiación sobre la naturaleza, son una herida aún abierta que puede servir para aprender de lo ocurrido. Y nunca olvidar el temible poder destructivo que tiene el hombre.

jueves, 28 de abril de 2016

Daltonismo

La percepción es misteriosa
Los daltónicos tienen un problema genético que ocasiona dificultad para distinguir los colores. El grado de afectación es muy variable y oscila entre la falta de capacidad para discernir cualquier color (acromatopsia) y un ligero grado de dificultad para distinguir algunos matices de rojo y verde. A pesar de que la sociedad en general considera que el daltonismo pasa inadvertido en la vida diaria, supone un problema para los afectados en ámbitos tan diversos como: valorar el estado de frescura de determinados alimentos, cruzar la calle viendo un semáforo, distinguir el color de las prendas de vestir (a veces no las combinan como piensan), reconocer si alguien está sangrando, etc

Un investigador británico ha descubierto que los individuos con una clase específica de daltonismo tienen ventaja a la hora de discernir ciertos tonos que las personas “normales” no ven.
Hay varias clases de ceguera a los colores que el lenguaje habitual son conocidas como daltonismo (Dalton padecía este tipo de problema). El más común de este tipo de condición y que afecta hasta el 8% de la población masculina, según algunas fuentes, es la discromatopsia. Dentro de este tipo hay subclases, pero en general estriba en un problema de discernir ciertos tonos entre el rojo y el verde.
La retina humana contiene dos tipos de células: los bastones que son responsables de la visión nocturna en blanco y negro y los conos que son los responsables de la visión en color.
Hay tres clases conos que son principalmente sensibles al azul, verde y rojo. En este tipo de daltonismo la curva de sensibilidad al rojo y la curva de sensibilidad al verde están más juntas. En general es la curva verde la que está corrida al rojo en una pequeña proporción. Por eso a estas personas les es difícil distinguir entre ciertos tonos sutiles.
Esta condición viene determinada por un gen recesivo que las mujeres transmiten pero que no padecen. Este gen está en el cromosoma X y afecta al pigmento sensible al verde haciendo que sea un poco más sensible al rojo. Como los hombres sólo tienen un cromosoma X sólo tienen una copia de ese gen y manifiestan la condición. Las mujeres pueden usar su otro cromosoma X para encontrar una copia del gen y por eso manifiestan esto en mucha menor medida.
La cuestión es por qué, a pesar de ser un gen recesivo, se ha venido transmitiendo hasta ahora en tan alta proporción.
Para poder discernir a los individuos que manifiestan esta condición se usan unas cartas de colores en las que hay números o formas codificadas en los tonos problemáticos de rojo y verde para los que tienen discromatopsia. Las más usadas de estas cartas forman parte del test de Ishihara (ver figuras más abajo). Cuando a un individuo tricomatopsio o “normal” se le presentan estas cartas no tiene problema en discernir los números ocultos, pero un individuo con discromatopsia no ve dichos números, sólo un conjunto de puntos coloreados, siendo para ellos bastante frustrante.  Ahora Gabriele Jordan, un experto en la visión del color de la Universidad de Newcastle ha diseñado otro test distinto y demuestra que los individuos con discromatopsia son capaces de distinguir entre diversos tonos de caqui que los individuos “normales” no ven, pues para ellos son idénticos. Sus resultados han sido publicados en Current Biology.
El científico y sus colaboradores estudiaron primero la frecuencia o longitud de onda para la cual el pigmento mutante es sensible. Después, con esa información, diseñaron unas cartas especiales que favorecieran a los discromatopsios para demostrar que ellos son capaces de ver diversos tonos de caqui que son idénticos para individuos con visión “normal”.
Las cartas confeccionadas con 15 tonos de caqui fueron presentadas a individuos con distromatopsia e individuos “normales”. Demostraron que para estos últimos era casi imposible discernir entre esos tonos.
En un sistema de puntuación sobre 105 pares de colores los discromatopsios empleaban la mitad de tiempo que los otros.
Según Jordan estos resultados son obvios si se es consciente de qué es lo que causa la condición, pero nadie lo había hecho antes.

Según David Simmons un experto sobre percepción visual de la universidad de Glasgow estos resultadops son aun más interesante si los ponemos en un contexto natural. Según él es demasiado común entre los humanos y la razón quizás sea que en el pasado representaba una ventaja evolutiva para encontrar comida como frutas o similares entre la hierba o el follaje.

La prueba de color Ishihara
 



























APA  Realiza un cuadro e indica que numero o imagen alcanzas a ver en cada una de las anteriores fichas, compara los resultados con las de otras personas y determina si tu o las otras personas, tienen dificultad para percibir una imagen determinada.  Cuál e la imagen que mas dificultad te presenta para poder reconocer el detalle que en ella aparece.
Si visualizas 17 o más números normales, es una exploración normal. Si son menos de 13, es patológica.

normales verán, por orden:  12, 8, 6, 29, 5, 3, 15, 74, 6, 7, 16, 26, 42, 25, 45, 56, ¿, ¿, ¿, Cuadro u circulo, ¿, 6, ¿



domingo, 24 de abril de 2016

Evaluación Vectores

1 m
10 dm
102 cm
___ mm
1 m2
102 dm2
104 cm2
___ mm2
1 m3
103 dm3
____ cm3
____ mm3


l) 7cm2  a  m2                
2) 3 dm2 a m2                                              
3) 5 km2 a cm2                                            
4) 6 hm3 a cm3                                                                                                              
5) 2,4 m3  a dm3   
6) 0.52 l a cm3   
7) 0,9 cm3 a  mm3
8)  2 mm3 a  dm3
9)  8 kg   a  cg
10)  4 das  a  ms
11)  5,4 l   a  ml
12)  0.052 Gg a µg
1) 4x10-7 Dg  a mg                                                                    
2) 5 x10-9 Gm a mm
3) 3,5 x10-4 km a cm                                                                
4) 6 x10-3 N a din                                                                      
5) 2,6 x10-5  g a mg                                                                   
6) 25 mm a hm 7) 3,2 Ts a s
8) 50 hm a m
9) 32 x108 nm a Mm
10)  65 x1012 µg a Dg
11) 3 µs a ms
12) 1,5 x10-10  Mm a µm


Obtener los vectores resultantes y su respectivo valor
a+b     a+c      a+b+c    b+g        i+d      e+I       i+d+e
f+h     f-h       c-a          c+I        g-e       b+f      e+h




Obtener los vectores resultantes de las operaciones:
a+b      a+c        b-e         d+e            b+f          a-f          b+f







La Evolución

Origen de las plantas carnívoras
Los hábitats pobres en nutrientes han llevado a algunas plantas a convertirse en carnívoras y a capturar insectos a base de atraparlos en el interior de las hojas. Una vez dentro, los líquidos digestivos del vegetal se encargan de deshacer la carne de sus presas y sus exoesqueletos para aprovechar el nitrógeno y el fósforo que necesitan.
Curiosamente, las plantas carnívoras de Australia, Asia y América, pese a haber evolucionado de forma separada, emplean este mismo método para nutrirse. Un nuevo estudio liderado por el Instituto Nacional de Biología de Japón, con participación de la Universidad de Barcelona (UB) y publicado en Nature Ecology & Evolution, ha identificado los cambios genéticos que han permitido adaptarse a la dieta carnívora de tres especies de plantas: la australiana Cephalotus follicularis, la asiática Nepenthes alata y la americana Sarracenia purpurea.




Primero secuenciaron el genoma de la Cephalotus follicularis, una pequeña planta carnívora originaria de Australia que tiene hojas modificadas en forma de jarro que funciona como un pozo en el cual caen los insectos que le servirán de alimento. El Cephalotus tiene bien diferenciadas las hojas insectívoras –las que sirven de trampa– de las hojas no insectívoras, similares a las de las plantas normales. El genoma de esta especie es relativamente grande, casi la mitad del genoma humano. Los investigadores identificaron más de 36.000 genes.
Según Julio Rozas, del departamento de Genética, Microbiología y Estadística de la UB, "la capacidad de las plantas carnívoras para comer animales en suelos empobrecidos es el resultado de la acción de la selección natural que ha promovido varios cambios genéticos sobre un mismo conjunto de genes. Con el análisis comparativo de los genes que se expresan diferencialmente en los dos tipos de hojas, esta investigación ha identificado los cambios genéticos asociados con la dieta carnívora en plantas".
Los análisis genéticos demuestran que, durante su evolución hacia la dieta carnívora, las hojas que atrapan insectos han adquirido nuevas funciones enzimáticas. Hay un grupo concreto de proteínas que han evolucionado para actuar como enzimas digestivas, en opinión de Pablo Librado, otro de los autores, que trabaja en el Centro de Geogenética de la Universidad de Copenhague. Con el tiempo, en las tres especies, las familias de proteínas vegetales que originalmente ayudaron en la autodefensa contra enfermedades y otras amenazas se convirtieron en las enzimas digestivas actuales, como son la quitinasa básica –capaz de descomponer la quitina, el principal componente de los exoesqueletos de las presas–, y la fosfatasa ácida púrpura –que permite a las plantas obtener el fósforo de los cuerpos descompuestos–.

Es como si estas plantas dispusieran de una caja de herramientas genéticas y trataran de encontrar una respuesta para llegar a ser carnívoras. Al final, todas llegan a la misma solución. El caso de las plantas insectívoras es un claro ejemplo de convergencia evolutiva, probablemente debido a las fuertes restricciones biológicas impuestas por los ecosistemas extremos.


1.- En la obra de Charles Darwin sobre el origen de las especies, considera dos factores importantes en el proceso evolutivo:
a.- El mimetismo y la competencia
b.- el origen de la vida en los mares que se conocen como la sopa primitiva
c.- La acción de los seres humanos sobre el ecosistema
d.- La Selección natural y la lucha por la existencia

2.- Si una especie no logra adaptarse a las cambiantes condiciones de su entorno
a.- Se vuelve más numerosa y en consecuencia en una especie dominante
b.- Se combina con otra especie para adquirir los rasgos de la otra especie
c.- Termina por extinguirse
d.- Se intercambia información genética con otra especie que si se adapta y logra sobrevivir

3.- Hace aproximadamente cuatro mil millones de años surgieron las primeras manifestaciones de vida a través de células rudimentarias. Las condiciones de la atmosfera en estos geológicos, se caracteriza por:
a.- Abundancia de oxigeno libre debido a la existencia de organismos fotosintetizadores
b.- Ausencia de Oxigeno libre debido a que aún no existían plantas ni otros organismos
c.- Abundancia de oxigeno debido a la presencia de organismos animales
d.- Ausencia de oxígeno en la atmosfera y en la corteza terrestre, por la actividad volcánica

4.- El estudio genético revela que el cromosoma 6 humano es idéntico al del gorila, el chimpancé y el orangután. De este estudio se puede concluir que:
a.- Estos organismos comparten un antepasado común
b.- Son especies totalmente diferentes
c.- La información contenida en el cromosoma 6, no es importante en estos organismos
d.- Todos los genes de estas especies son semejantes.

5.- El proceso por el cual se originó la vida en la Tierra, y que ha dado lugar a la enorme diversidad de seres vivos que pueblan nuestro planeta, es un proceso gradual que se conoce como:
a.- Evolución biológica
b.- Evolución geológica
c.- Evolución astronómica
d.- Microevolución

6.- La macroevolución, estudia las relaciones entre especies, géneros, familias, y otros grupos taxonómicos superiores, por el contrario, la microevolución estudia los cambios evolutivos que ocurren entre las distintas poblaciones de una especie, o entre especies emparentadas. La principal diferencia entre ambas es:
a.- La macroevolución estudia la evolución de la especie humana y la microevolución de otros seres vivos.
b.- La macroevolución estudia la evolución de las rocas y del planeta y la microevolución la evolución de los seres vivos.
c.- La escala temporal que abarcan; la macroevolución estudia cambios evolutivos que ocurren durante millones de años y  la microevolución abarca, por lo general, cambios que se miden en cientos o miles de años
d.-  La macroevolución estudia la evolución de poblaciones  y la microevolución estudia los cambios que se presentan en los individuos.

7.- Los cambios en la información genética se denominan mutaciones. Esta afecta la información hereditaria en los seres vivos. Si una mutación es benéfica para la superviviencia de una especie,
a.- se transmite a la descendencia, de padres a hijos
b.- lleva a que las poblaciones afectadas desaparezcan
c.- favorece los procesos de competencia entre organismos
d.-  permitirá el desarrollo de nuevas especies, con diferencias significativas con la especie original

8.- Hacia el Devónico aparecieron los peces verdaderos, antepasados de nuestros tiburones y rayas. Estaban dotados de un esqueleto cartilaginoso, aunque bien desarrollado, y dimensiones apreciables. Eran buenos nadadores y temibles depredadores y, aunque en un principio no eran muy variados, se fueron diversificando y especializándose ocupando tanto las aguas oceánicas como las dulces. Del periodo devónico podemos afirmar que
a.- ya existían los seres humanos viviendo en comunidades primitivas
b.- no existían los insectos y estos organismos aparecerán en otros periodos geológicos más adelante
c.- el devónico es el llamado periodo o era de los dinosaurios, debido al desarrollo de estos enormes organismos
d.- al final del devónico o periodo de los peces, aparecerán los anfibios al empezar a colonizar el medio terrestre.

9.- la era mesozoica es llamada la era de los dinosaurios, comprende tres periodos geológicos: triásico,  jurásico y cretáceo. Al finalizar el cretáceo hace 65 millones de años, los grandes dinosaurios desaparecen. La principal hipótesis que explica la desaparición de estos colosales organismos está relacionada con
a.- la abundancia de mamíferos que se alimentaban de los huevos de los dinosaurios
b.- el impacto de un meteorito que debió alzar una nube densa de polvo e impedir la radiación solar durante mucho tiempo.
c.- el fraccionamiento del supercontinente Pangea, y la formación de los actuales continentes
d.- La primera evolución de los seres humanos y la utilización de los recursos naturales para poder sobrevivir.

10.- La era Cenozoica, es la era de  los mamíferos, encontramos en los periodos de esta era; aves y plantas con flores; con lo cual, la mayor parte de la Tierra quedó poblada por formas de vida “modernas”, similares o muy próximas a las actuales. Cada especie de la antigüedad, tiene en la actualidad un linaje que nos recuerda la vida en el pasado; los descendientes directos de los dinosaurios son:
a.- los cocodrilos reptiles con mucho parecido a los antiguos dinosaurios
b.- los mamíferos carnívoros, representantes de los antiguos reptiles
c.- la aves  que al igual que los dinosaurios son homotermos y comparten otras similitudes
d.- los seres humanos que al igual que los dinosaurios en su tiempo somos ahora la especie dominante.


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